¡Perdimos!. Panamá fue el mismo de siempre. Otra vez fuimos presa de la ilusión y no tenemos resultados. Un mundial de entusiasmo. Los corazones quedaron hechos tripas rojas.
Nerviosos, faltos de experiencia, débiles de moral, bajos de perfil... la pregunta es: ¿Qué nos pasa en los mega-eventos?
¡Será que no estamos preparados para eso!. El fútbol tiene corazones, pero le falta organización, base y preparación física. Ayer cuando las agencias noticiosas emitieron para todo el planeta, una foto de los muchachos de la Sub20 llorando, agachados tras la derrota... nos lleva a la reflexión: ¿Son culpables los chicos?
Respuesta a todo pulmón: ¡No! Jamás serán culpables los atletas. La dirigencia que no ve con luces largas los compromisos, aquella que trata de entrenar a unos chicos con lo mínimo... con lo poco, que jamás piensan en grande y apuesta a la comodidad.
Mucho esfuerzo y dinero destinado al equipo mayor que ahora empieza a alejarse del mundial y los chicos, conformes con lo que se podía.
Es hora de ahondar en la educación futbolística. Crear escuelas garantizadas, válidas, aprobadas, reconocidas, torneos de pequeños, desarrollo, darle uso a instalaciones como el "Proyecto Gol" que una vez se inauguró y en donde nada más ha vuelto a saber de ello.
¿Es el fútbol una maquinaria publicitaria?. ¿Es la marea roja un invento de mercadeo?. ¿Estamos engañados, ciegos o nuestros corazones por ser rojos, se mezclan con los sentimientos deportivos?
Es hora de despertar. De ver las cosas como son. Vamos a un evento donde lucimos peor a la primera vez que asistimos a un mundial. Tan sólo par de años atrás en Emiratos Arabes Unidos recibimos 4 goles, ahora soportamos 8 y anotamos la misma cantidad: 1 más un autogol.