A continuación paso a transcribir el histórico artículo felizmente descubierto y ésta sería la primera vez que se transcribe desde 1912. El artículo aparece el 26 de abril, en el Diario de Panamá.
Ayer tuve ocasión de admirar algunas de las obras que el joven Aguilar, pintor panameño, expone actualmente en el local de la Escuela de Santa Ana.
Es tan raro ver en Panamá demostraciones de esta clase, más aún por artistas nacionales, que la impresión que experimenté fue intensa, al ver destacarse como en una galería del Louvre el sinnúmero de cuadros que adornan los dos grandes salones y que son el orgullo del joven artista, quien viene a llenar un gran vacío de arte en esta República. No soy llamado a criticar las obras de Aguilar; estas líneas servirán sólo como un testimonio de calurosa admiración.
A una escuela ideal pertenece nuestro artista, pues sin abusar del llamado modernismo, sus composiciones son de agradable colorido, delicado naturalismo; verdad y sentimiento.. se ve que es un ferviente admirador de los grandes maestros y, como la mayoría de aquellos están dominados por los encantos del color y la belleza de la forma sin acomodarse al servilismo de la imitación. Confiado en un esfuerzo personal, desde temprana edad ha proseguido siempre el propósito único y exclusivo de dar forma, color y vida a sus geniales composiciones.