En los últimos meses se han dado incidentes de padres de familia que acuden a colegios públicos y atacan a maestros y profesores. Esa una demostración del grado de intolerancia que hay en el país.
La situación ha llegado al punto de que el Ministerio de Educación está planeando la colocación de cámaras de vigilancia y un control de la entrada de personas a los planteles educativos, con el fin de limitar la posibilidad de que tales agresiones se repitan.
Las situaciones por las cuales se generan estos altercados son -por lo general- que un estudiante ha sido amonestado por el profesor, o se encuentra en problemas para poder pasar la materia. Los fracasos y llamados de atención siempre han ocurrido en las escuelas, pero para algunos padres hoy en día, el problema no parece estar en los hábitos de estudio de sus hijos, sino en los docentes mismos.
No se puede tolerar ese tipo de actuaciones y las autoridades deben investigar esos hechos para evitar que se repitan. Los acudientes no pueden llegar a una escuela o colegio de secundaria para entrarle a golpes a un docente.
Si existe algún reclamo por alguna situación que se ha registrado con algún estudiante, la mejor forma de resolver los conflictos es mediante el diálogo y no recurrir a la violencia verbal o física.