A pocos meses de graduarnos más de cuatrocientos sesenta jóvenes en febrero del año cincuenta y nueve, en el Instituto Nacional, cuando nos encontrábamos, siempre se preguntaba sobre trabajo, estudios y novias.
En aquella época un Bachiller encontraba fácilmente trabajo en una oficina. Y si tenía una novia que también trabajaba, con los dos suelditos se podía comenzar la aventura matrimonial.
También era lógico que comenzáramos una carrera universitaria, casi siempre en el turno de la noche. La mayoría quería ser profesional.
Pasaron los años y en el camino de la vida las preguntas fueron cambiando, al ver a un compañero de graduación.
Ahora se hablaba del matrimonio, los hijos y la carrera universitaria que estaba a punto de concluir.
A veces mi generación del Nido de Aguilas se reunía al conmemorarse un aniversario de la graduación. Lo primero que preguntábamos luego de más de cinco años, era sobre la cantidad de hijos y el comienzo del ejercicio de la profesión que se había estudiado.
Debo señalar que la mayoría de nosotros no pudo ir a estudiar al exterior, por venir de hogares con recursos económicos limitados.
Sin embargo, hay una buena cantidad de médicos, profesores, abogados, ingenieros, arquitectos, etc.
Y pasó el tiempo y comenzaron a aparecer en algunos las canas prematuras. Al encontrarnos los antiguos compañeros de salón, la charla giraba sobre divorcios y segundos matrimonios. Además, los éxitos profesionales y políticos que ya ostentaban varios.
Uno que otro compañero tuvo una muerte prematura y eso nos apretaba el corazón.
Luego de más de veinte años de haber dejado al "Nido de Aguilas", las charlas entre compañeros era sobre los nietos, algunas dolencias y "lo bien que estás para tu edad".
Ahora con cuarenta y cinco años de graduado de bachiller, cuando nos vemos con un condiscípulo, la charla gira sobre la muerte de algunos de ellos.
Aparecen los consejos sobre cómo cuidarse para evitar un infarto o un ataque cerebral. La azúcar alta y la presión elevada, son temas de nuestras charlas. Claro que hay que decirle al otro qué "bien estás, se nota que los años no pasan por ti", como un halago de viejos compañeros de clases.
Esos cambios en las charlas de antiguos compañeros de escuela indican que se ha vivido. Y aunque casi todos callemos, mostramos cierto miedo por la muerte, que es lo único que tiene seguro el ser humano...