A nadie le gusta que le cobren. Ante esto, lo mejor es pagar a tiempo o informar sobre cualquier dificultad económica que haya impedido cumplir con responsabilidad para no quedar mal.
Es un hecho que en este país la gente gasta más de lo que gana, pero creemos que hay razones muy serias que pueden comprobar que este fenómeno ocurre porque todo ha subido, excepto el salario y es por eso que -a esas llamadas de ofrecimiento de tarjetas de créditos- muchos no vacilan en decir sí.
La persecución inicia desde el momento en que el cliente firma el contrato y le entregan la tarjeta en la mano. Es como una cacería, pues si no te llaman al trabajo, te llaman a la casa y/o al celular para decirte: "Su fecha de corte es el día tal, ¿cuándo va a pagar?"
Ante es pregunta, que la mayoría de la veces es irrespetuosa, muchos clientes les dicen el día y la cantidad, pero vuelve y traban al día siguiente para hacer la misma pregunta. He aquí el detalle que irrita.
La mayoría de las empresas que se dedican a la venta de tarjetas de crédito deben ir cambiando la metodología de cobro porque -por ignorancia- se están haciendo una mala publicidad. ¿Por qué? Es simple, la mayoría de clientes insatisfechos corren la voz y utilizan hasta los correos electrónicos para hablar del trato que recibieron en esa empresa.
Lo peor no es que cobren de una manera incorrecta. Lo negativo es que, a pesar que el cliente haya comunicado que no podrá realizar el pago por cierta cantidad, estos oficiales de cobro insisten en poner cifras a un presupuesto que les pertenece.
Es asunto es cada vez más serio de lo que pensamos. ¿Señores cobradores, se han puesto a pensar si su acoso haya sido motivo para que alguien se suicide? La mayoría se mata por deuda o por amor.
Tal como el matrimonio, en el negocio debe prevalecer la confianza en el cliente.
Haga la prueba y quizás notará que tendrá mayor clientela.