De todas las calificaciones negativas que he recibido a lo largo de mi caminar, que por cierto han sido muchas, me incomoda de manera particular la que me asigna una de las figuras "emblemáticas" de nuestro entorno artístico nacional, en la entrevista publicada el domingo 10 de mayo en el diario La Prensa, donde me otorga por exclusión la calificación de 2.0 en la materia universal de la vida: Las Artes Plásticas Nacionales.
Su desatinada connotación de que los artistas nacionales en general poseen un bajo nivel artístico, excluyendo obviamente a personajes de su preferencia y estima, entre otros, representa la opinión de un artista panameño, que cree tener la capacidad intelectual para calificar cualidades tan importantes en los seres humanos, como lo son la pasión, la individualidad, la perseverancia y el talento; todas estas, esencia primordial del artista. Es lamentable que un artista que se presenta como activista universal del ambiente, menosprecie la consagración y valentía de un sinnúmero de artistas nacionales.
No sorprende la respuesta del artista: como miembro delestablishment de arte panameño, utiliza las mismas tácticas de descalificación instauradas en nuestra sociedad, que restringen y aislan a un sinnúmero de invaluables artistas, que por no llenar la expectativas artísticas, sociales o políticas de un determinado grupo de personas, son relegados por propuestas que representan el continuismo en la decadencia del entorno del arte en Panamá.
Necesitamos un cambio radical en el desempeño y manejo de la cultura panameña, espero que el cambio que nos proponen incluya una transformación cultural completa, tomando en cuenta a todos los artistas por igual, independientemente de su nivel artístico, específicamente los del interior y de los barrios marginados de nuestra ciudad que han sido bastión de invaluables maestros de las artes plásticas panameñas.