Noventa y seis fuegos contabilizaba la Dirección de Relaciones Públicas del Cuerpo de Bomberos hasta la semana pasada en la capital, cuando un voraz incendio consumió una residencia en Pedregal.
En menos de 16 horas, dos nuevos siniestros dejaron a cuatro familias sin hogar en dos lugares y condiciones diferentes.
Cuatro humildes familias han pasado a engrosar el listado de damnificados.
El primer caso se registró alrededor de las 9:40 de la noche del miércoles, en el sector conocido como El Águila, en Curundú, cuando una humilde residencia de madera y zinc fue consumida en su totalidad por las llamas, presumiblemente producto de un cortocircuito.
Dentro de la vivienda se encontraba Julio Lasso, entre 40 y 50 años, quien se salvó de morir quemado gracias a un vecino que le alertó del fuego.
Aunque dos carros bombas y un tanquero del Cuerpo de Bomberos llegaron lo más pronto posible, no pudieron hacer nada. La candela ya había consumido la residencia. Tan sólo alcanzaron a evitar que el fuego se extendiera a las demás viviendas.
No habían transcurrido ni 16 horas, cuando cerca de la 1:00 de la tarde de ayer, jueves, en medio de una discusión familiar una mujer roció con alcohol a su pareja y le tiró un fósforo encendiéndose la llama que consumió una pequeña barraca de 3 cuartos en Calle Quinta de Pueblo Nuevo, y afectó otro cuarto más.
La candela se propagó tan rápido que a pesar de que los residentes se encontraban en los alrededores, no pudieron sacar más que los tanques de gas evitando que explotaran.
Se conoció que gracias a que ese día había llovido, el resto de las viviendas no resultaron afectadas.
En ese caso resultaron damnificados 14 personas: 8 adultos y 6 niños, que quedaron sin nada.