El ex seminarista Marco Manjarrez, sindicado por el homicidio de monseñor Jorge Altafulla, rompió ayer en llanto ayer, tras padecer una supuesta crisis nerviosa.
Esa situación provocó que el magistrado presidente, Wilfredo Sáenz, suspendiera por breves momentos el juicio.
La audiencia de ayer se caracterizó por un incidente verbal entre el abogado defensor Rafael Rodríguez y Guillermina McDonald, acusadora particular.
Rodríguez dijo -durante un receso del juicio- que defendió a parientes del prelado Altafulla, pero que ahora que está en el bando contrario, se le considera un diablo.
Por su parte, la abogada McDonald afirmó que el procesado es un individuo peligroso.
En el juicio salieron a relucir detalles controversiales como dos intentos frustrados de suicidio del ex seminarista tras ser expulsado del Seminario Mayor San José, por presunto comportamiento inmoral con otro religioso.
Mientras tanto, el Fiscal Cuarto Superior, Dimas Guevara, manifestó que hay indicios de que Marco Manjarrez se cambió dentro de la habitación donde residía el prelado, después del asesinato.
"No había ninguna evidencia de manchas en el recorrido, luego de salir de la habitación", advirtió el funcionario.
Manjarrez planificó el crimen. Llevó el arma a la Iglesia de Guadalupe, sostiene el fiscal.
Otro detalle fue la difusión fuera del juicio, sobre el libro "Cantos del Infierno" suscrito por el procesado, donde narra parte de su vida, estudios y compañeros del seminario.
