Se que cometí un pleonasmo (utilización de términos innecesarios en una frase) al titular de esta forma, pero en cierta manera lo hice para hacer más atractivo el tema.
Podría dar ejemplos de lo que deseo expresar en este texto. Uno de ellos está en la Biblia cuando Jesús criticó a las personas que hablan mal de su prójimo y tienen peores problemas, al preguntar en Mateo 7:3: ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?
Así somos muchos panameños. Tratamos de mirar los errores de otros y no prestamos atención a los nuestros. En medicina, los especialistas ven como algo positivo que el paciente reconozca su enfermedad. Este es un gran paso. En tanto, en materia psicológica, es difícil tratar con alguien que dice no tener problemas y, en cambio, desea ayudar a los demás. Un ciego no puede guiar a otro ciego. La razón es sencilla: los dos se caerían en un hueco.
Por ahí leí un proverbio de un tal Kable que dice: Si te sientes deprimido por alguna situación, sal de donde estés y ayuda a alguien. Esto te hará diferente. Yo le diría a este Kable: Si te sientes alicaído, sin ganas de vivir. Sal de esa soledad y busca ayuda en Cristo y, después, siéntete bien ayudando a los demás. Eso te llenará de gozo.
El mensaje central de este corto texto es no perder de vista que hay veces en la ayuda la necesitamos nosotros mismos (otro pleonasmo), pero nunca queremos aceptar que estamos enfermos con el virus de la soledad. La mejor medicina es buscar la ayuda de lo alto y confiar en una buena amistad cualquier problema cotidiano que se presente. El desahogo es bueno. Así no se deja nada en el fondo y la enfermedad, ya sea del corazón o de lo que sea, se sana con brevedad. ¡Ayúdate de verdad!