El ser humano siempre ha tenido que ceder espacio para llenar su disco duro de conocimiento. Ese ejercicio se define como aprender, que también significa, según estudiosos, como un cambio en el rendimiento, que resulta como función de un ejercicio o práctica, pero, desde el punto de vista cultural y laboral, podríamos decir que aprender es: aumentar el bagaje de recursos con que nos disponemos a enfrentar los problemas que nos plantea la vida cultural y profesional.
Nadie es tan sabio para saberlo todo. Un gran pensador dijo una vez que los seres humanos (hombres y mujeres) somos grandes ignorantes y no grandes especialistas. Mientras más nos concentramos en aprender o encajonarnos en un solo tema, nos hacemos brutos para en el entendimiento de lo que nos rodea, por eso es que siempre debe prevalecer la humildad en la búsqueda del conocimiento que nunca será absoluto.
El hombre más sabio sobre esta tierra fue Salomón. Durante su reinado, este hombre pidió sabiduría a Dios y �l se la regaló. Todos recordamos una de las tantas decisiones que tuvo que tomar mientras vivió. La más recordada era la disputa de un bebé por dos mujeres. Salomón, sabiamente dijo: "Partan al niño en dos pedazos y denle uno a esta mujer y el resto a la otra". Una de las señoras prefirió no recibir la mitad del cuerpo del niño y, en su lugar, dijo: "Dadlo a la otra mujer". He aquí la sabiduría del rey. Con este acto, descubrió quién era la verdadera mamá.
Nosotros debemos aprender de lo que más saben. En nuestros trabajos, cuando comenzamos de cero, siempre habrá un guía, sobre todo si estamos en la etapa de práctica profesional, pues es precisamente aquí donde debemos desarrollar el sistema auditivo, es decir, debemos escuchar mucho y aceptar los consejos de gente que tiene más cancha.
Creerse que somos la mamá de Tarzán es tirarse en contra a todo el mundo y hasta cierto punto cierra las posibilidades de conseguir un empleo, así que deje de estar dándose bombos por ahí dizque nadie me gana o yo se más que los demás.