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Todos los días miles de panameños tienen la necesidad de tomar un autobús para dirigirse a sus trabajos, escuelas y universidades; y de igual forma para regresar a sus hogares.
Pero durante esa travesía hay que pasar por un sinnúmero de molestias: desde ir parados, soportar regatas y posibles accidentes, hasta ser amenazados de muerte.
ENTREN QUE CABEN CIEN
Steven Huertas nos dice que mientras más se acerca el bus a su lugar de destino, más se va llenado por lo que los choferes gritan "córranse para atrás", y "los puestos de la izquierda son de tres pidan permiso y siéntense", "den espacio"; entre otros, lo que para muchos es muy molestoso: mientras llena el bus las personas son atropelladas, empujadas golpeadas y muchas hasta se han caído por no estar bien sujetos a las barras del centro, barras que estas están en mal estado y otros buses solo tienen una.
ENTRE MUSICA ESTRIDENTE Y ABUSOS
La joven Estela Fuentes cuenta que ella soporta a diario los escándalos de algunos buses de Tocumen, y aunque a los Diablos Rojos y demás buses del transporte colectivo, el Tránsito les ha prohibido el uso de equipos de sonido, algunos lo conectan a escondidas de los guardias de tránsito, y cuando ven a uno lo desconectan de inmediato.
Pero la música no hace daño -recalca la joven-, lo que afecta es que va a todo volumen y prácticamente no se puede escuchar el "parada" de los ciudadanos, por lo que son dejados hasta una o dos cuadras más allá de su destino, y si algún pasajero se llegase a quejar el conductor es capaz de insultarlo, hasta de bajarlo del bus.
Por otro lado, Magdalena Arosemena -una frecuente usuaria del transporte colectivo- explica los grandes abusos que se dan por parte de algunos miembros del sexo masculino, ya que cuando van parados aprisionan con su cuerpo a las damas por pura gracia, o causan incomodidad cuando estas van sentadas y el individuo se les para justo al lado.
Cuenta que "muchas veces las mujeres se quejan, pero de igual forma hay choferes que se ríen". Al mismo tiempo, varias personas han sido atacadas por sujetos que solo se suben al autobús para robar.
Y en la mayor parte de los casos ni el chofer ni los otros pasajeros han salido en auxilio de los pasajeros, lo que demuestra que nadie está seguro dentro de estos vehículos.
OLORES Y DEMAS
En un autobús se soporta de todo, replica Daniel Martínez, desde personas que suben a pedir dinero para alguna escuela o enfermo, otros que venden confites, pastillas para la tos, pegamentos para los muebles, bolis, hasta los vendedores de chichas ambulantes.
En tanto que los malos olores no se quedan atrás con aquellas personas que desde que inicia el día ya tienen olores raros por la falta de higiene, a la ves hay que mencionar aquellos estudiantes que compran mangos con sal y vinagre destilando fragancias por todo el bus y lo peor es cuando llega la tarde allí hay una concentración olores mortales.
MADRUGANDO
Este es otro de los páramos que los ciudadanos nos aguantamos, comenta Guadalupe Pérez, ya que hay varios sitios en donde los autobuses hacen sus pequeñas piqueras, como las paradas de la Universidad, el puente del Seguro, puente de Hosanna, calle 50, saliendo de Vía Porras, San Fernando, Plaza Concordia, entre otros.
En tanto que cuando los pasajeros empiezan a quejarse, el chofer les contesta que se "levanten temprano para que no lleguen tarde", "que aguanten que no ha hecho plata", "que ese es su trabajo", etc.