La Iglesia Católica formalizó ayer un paso que muchos fieles en todo el mundo venían demandando desde hace seis años: la Beatificación de Karol Wojtyla, el sacerdote polaco que llegó a convertirse en Juan Pablo II, el Papa más popular del último siglo.
Dentro del proceso de canonización, llegar a beato (del latín Beatus, que significa Bienaventurado) es considerado como el paso previo para ser declarado Santo.
Y para la gran mayoría de los católicos, tal paso ha sido motivo de celebración. En Panamá se desarrollaron actos de homenaje a Juan Pablo II en el Centro de Convenciones Atlapa, en donde además se recordó la visita del Papa a Panamá el 5 de marzo de 1983.
No obstante, a algunos teólogos del catolicismo han criticado la celeridad que le imprimió el Vaticano al proceso, llamándolo de "beatificación express". Analistas han señalado que con este proceso tan acelerado, la Iglesia Católica busca sacar puntos en relaciones públicas usando la imagen del carismático pontífice.
Por otro lado, críticos de la Iglesia aún no perdonan lo que denominaron "encubrimientos" de Juan Pablo II a varios casos de pederastia cometidos por sacerdotes en diversos países. Para ellos, no se justifica una beatificación, mucho menos a estas alturas.
Aún así, cualquier controversia en la que Juan Pablo II hubiese quedado involucrado, siempre fue opacada por su enorme carisma, particularmente en América Latina. Una popularidad que aún hace sombra sobre el actual Sumo Pontífice, Benedicto XVI.