El progreso implica renovación en el ciclo de las ágiles innovaciones que identifican el desenvolvimiento lúcido de todo aquello que es susceptible acusando los toques perseverantes de la civilización. Año 2011, entramos a una nueva era en el orden de la movilidad maquinal de las masas humanas en la urbe metropolitana. Se asoma en nuestras calles el metrobús. El transporte es una valiosa carta de presentación para las ciudades modernas que acuden en el ofrecimiento de comodidad para las sociedades contemporáneas de fogosas movilidades colectivas.
Soy presa del embargo de tamaña preocupación al poder presenciar una especie de falseo en el inicio de labores del novel sistema de autobuses, me adviene el pensar que se ha padecido de la falta de un buen porcentaje de concurrencia disponible. Concluí desde el principio que los nuevos y elegantes medios de transporte iban a estar a disposición del pueblo ofreciendo sensación, abarcando las diferentes rutas de la ciudad, para sorpresa de la población no ha sido así, observándose en ciertos casos incomodidades.
Me agradaría que continuaran el servicio los diablos rojos hasta concluir el presente año, pues se están dando algunas inconveniencias nada elegantes, cuestionándose las concurrencias tardías a los trabajos y estudios.
A esta hora todas las piqueras deben estar listas con las concernientes paradas a lo largo de la ciudad. En cuanto a las rutas internas, ellas reclaman ser sujetos de consideración, porque a todos se les ha subido el precio de la gasolina y la consiguiente alza de las piezas. El metrobús debe transitar por Altos de las Acacias, urbanización muy floreciente y prestante del corregimiento de Juan Díaz. Debemos tener presente el desarrollo demográfico, que es lo más importante de un país.