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ARA�A: LLEVO LA FAJA DE CAMPEON AL CEMENTERIO...
�Misión cumplida!
Roberto Vásquez cumplió una promesa que debía a su padre, Charlie Vásquez.

José Pineda | Cr�tica en L�nea

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Como un varón se paró frente a los restos de su padre y con voz fuerte dijo... "papa, aquí esta lo que siempre soñastes".

El campeón del mundo llegó junto a su madre, su apoderado, su novia y su inseparable amigo y entrenador, Juan Mena.

La misión ya no era la de tirar trompadas como una maquinita de ocho brazos. Su compromiso era mostrar la faja de campeón del mundo ante los restos de su padre, Charlie Vásquez (q.e.p.d.).

"Papá... lo que tu siempre soñastes, aquí esta. Lo que tu habías querido. Cumplí mi promesa oístes", dijo con una voz de trueno. Jamás entrecortada y nada titubeante. Fue un hombre, no un chico de 21 años el que cumplía su palabra de llevarle la faja de campeón a su padre, aunque eso significara mucho dolor y sacrificio.

Carlos Vásquez, narrador de béisbol y boxeo, dejó a Roberto y sus hermanos, también a su esposa y partió al más allá el 13 de noviembre pasado, tras sufrir un ataque al corázón en una función de boxeo.

Cuando Roberto Vásquez dijo sus palabras levantó sus brazos y su faja de campeón. Negra, de muchos brillantes y con el logo de la prestigiosa y más antiguo organismo de boxeo, la Asociación Mundial (AMB).

En ese momento de las retinas de su madre se desprendieron hilos de lágrimas... y de otros ojos también. Carlos González su apoderado le puso la mano derecha sobre el hombro izquierdo y sin decirle una sola palagra le reitaraba su apoyo por siempre, inclusive... adoptando su postura de nuevo padre y no de manejador.

Roberto Vásquez se acercó más a los restos de su padre. Quizás la presencia de los comunicadores sociales (imprudentes en ese momento) le impidió que pusiera sus dedos sobre aquellas letras que dicen: "Carlos Vásquez. Dic. 1- 1943. Nov 13-2004".

Vestido con un swter blanco de la selección inglesa de fútbol, jeans, zapatillas relucientes y unas gafas que ocultaban el castigo de una noche de guerreros, Roberto Vásquez miraba atentamente sobre aquellas letras y parecía conversar en silencio con quien fuera su progenitor, amigo, entrenador y también hermano de la vida, en lo bueno y lo malo.

Pasaron unos minutos y nadie hablaba. Su madre le miraba y no se movía. No había susurros, sólo pensamientos que volaban a otro mundo, para comunicarse sin palabras. Era una transmisión de sentimientos, de recuerdos... de aquellos días que estuvieron juntos, cuando practicaban al boxeo, cuando se lanzaban golpes de amor, ganchos de alegría, rectos de felicidad y también "upper" de lágrimas y sonrisas.

De cuna humilde, pero de personalidad recta, seria y definida, el nuevo héroe del deporte panameño estaba allí para cumplirle a su padre. Los pensamientos que volaron de un mundo a otro se acortaron. Roberto movió su brazo derecho y tocó a su madre. Sin palabras sabían que había llegado el momento de salir... de dejar a Carlos, al gran "Charlie" tranquilo y feliz allá donde se encuentra.

"Lo prometí y lo cumplí, me siento orgulloso por haberle cumplido a mi papá. Se que donde este, se debe sentir orgulloso de mi", dijo Roberto Vásquez, después de tomar unas libras de oxígeno y encarar a los imprudentes de la comunicación que por motivos estrictos de trabajo, estuvieron en medio del silencio de un hijo y un padre... separados por la cortina de la vida y la muerte.

Roberto Vásquez derrotó a Beibis Mendoza en un combate que fue una guerra de ambos lados. Una batalla donde los golpes de dos pesos mini mosca entraban como lanzas en los costados y como martillazos en la cabeza. El panameño ganó por KO en 10 asaltos, ganando la faja de campeón del mundo que una vez soñó Carlos Vasquez (q.e.p.d) y que siempre quiso que su Robertito la luciera en su cintura.

"En el octavo asalto le sentí la mano a Beibis Mendoza. Saque fuerzas de la nada. En ese momento lo único que pensé fue en esa promesa que le hice a mi papá. Me dije, te lo prometí papá y voy a seguir", dijo Roberto Vásquez el campeón mundial 22 que tiene Panamá.

En el octavo round llegó el segundo aire. Allí se inspiró nuevamente y no falló. Seis minutos más tardes depositaría una combinación de golpes al cuerpo del colombiano y se coronaría campeón, ante una alegría que estalla en el Centro de Convenciones Figali y en muchos hogares de Panamá.

Roberto dijo que había recibido dos golpes de cabeza en los asaltos 2 y 4. "Me golpeó con la cabeza en dos rounds, yo vine a pelear y eso fue lo que hice, quería la corona y la conseguí", explicó.

Al final nadie preguntó más. Roberto los miró como diciendo... se acabó. Le dieron paso, junto a su madre (Nely) abandonó el lugar. Caminaba lento, la faja de campeón mundial colgaba de su mano derecha. Atrás iba Juan Mena su amigo... su novia y Carlos González, su apoderado.

Abordaron el Mercedes Benz gris... vidrios arriba, cambio de clima y misión cumplida. �Buena esa Roberto! �Felicidades!



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