Cuando nuestra voz no es escuchada debe acallar, acaparada por el odioso mutismo de la indiferencia, cumpliendo el rol de extranjero en nuestra propia patria; hacer juramento lucidos de paupérrimas postraciones no es nuestra costumbre en un país que exige profundas transformaciones en todos los órdenes sociales, guardando silencio las ruidosas trompetas de los vehementes cambios trascendentales, bajo los cielos mudos de las extraordinarias interrogaciones.
Puedo pensar que el mundo se trastornó desde el instante en que el hombre plasma sus derechos sobre la tierra, aduciendo que él es dueño poderoso de sus caprichos, esto lo indujo a que cada cual tiene su modo de pensar, por consiguiente, mantiene la independencia de criterios, debilidad que lo lleva ha confundirse en las interpretaciones de opiniones, convirtiéndolo en un ser conquistable y manejable por los más habilidoso? Ya no tengo nada por qué luchar, todas mis banderas, fruto de mis ilusiones, arruinadas han sido en un pueblo ajeno de pretensiones positivas que sirvan de aliciente a su existencia. ¿Qué frutos maduros y robustos podemos cosechar de las semillas diseminadas por el huerto improductivo, vigilada de insectos demoledores? Ninguno, y ese ha sido mi malogrado esfuerzo, donde queda sacado en claro que no se puede avanzar cuando servimos de lazarillos, intentando evadir los trompicones.
Litigar para no ser escuchados, falsa ecuación alarmante de la vida. Aquí tenemos personas versadas en recursos viales, pero qué nos pueden decir ellos de los tranques en la ciudad de Panamá. La población ha aumentado considerablemente desplazándose hacia las afueras, complicando más aun la situación, encontrándose con calles y avenidas que datan de cincuenta años atrás sin que les hayan colocado una piedrita más. Da qué pensar en la mañana al levantarse y tomar un auto dirigiéndose hacia la urbe, esto le rompe el cerebro a cualquiera. ¿Para qué queremos tanta inteligencia esparcida por las calles si lo que intentamos es llegar prontamente al cumplimiento de nuestras obligaciones capitales?.