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Buzón de los lectores

Redacción | Crítica en Línea

En dos extremos del país

Por: Jaimes Aparicio

Los pueblos del interior del país están esperando una revolución promovida por estado. A pesar de la recuperación de la democracia hace 17 años y la inversión de miles de millones de dólares la construcción de carreteras, acueductos y viviendas para disminuir el número de pobres, en los poblados todavía las oportunidades son pocas y el impacto de la obra pública van a una velocidad menor a las de las necesidades de la gente pobre.

En la provincia de Chiriquí está Guarumal, una población de campesions en el Distrito de Alanje de la cual sólo nos acordamos cuando se desborda el rio Chico y en el otro extremo María Chiquita en la provincia de Colón.

En ambos lugares los jóvenes están a la suerte de la buena fe y tenacidad de sus padres. Lejos de los centros urbanos, la educación es igual de costosa, como si se fuese a un colegio privado, porque hay que pagar cifras elevadas en pasajes por las distancias donde están los centros educativos. No hay grupos juveniles organizados, promovidos por la empresa privada, los municipios, las juntas comunales, la iglesia o el Ministerio de Desarrollo Social.

Tampoco hay presencia del Instituto Nacional de Deportes y las instalaciones deportivas están en pésimo estado, o simplemente no existen.

Para que las políticas públicas de lucha contra la pobreza tengan éxito, hay que mirar con más detalles hacia los pueblos del interior del país porque los proyectos muchas veces pasan por la carretera de al frente y no se quedan entre la gente, que debió ser la destinataria de estos.

En Guarumal no hay créditos para los agricultores que sólo saben trabajar la tierra y en María Chiquita se repite un fenómeno acompañado de la falta de agua potable y los altos costos de los alimentos en las tiendas locales.

Para que el pueblo sienta que hay bienestar, lo primero que tiene que ocurrir es que bajen los precios, o al menos que no suban y que se sienta que los gobiernos, los políticos locales y la empresa privada están realmente comprometidos con sacarlos de la pobreza, pero a corto plazo.



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