Una noticia terrible conmociona al boxeo. El campeón mundial del peso ligero del Consejo Mundial de Boxeo, el venezolano Edwin Valero, mató a puñaladas a su esposa y luego se suicidó en una celda. Era un hombre con un récord impecable: 27 peleas, 27 victorias, 27 nocaut. En su carrera impuso una marca de 18 combates terminados en el primer asalto.
Valero no controlaba la violencia ni el alcohol. Ya antes había protagonizado otro incidente en el que llegó a golpear a su madre y a su hermana. Hace menos de un mes, también le fracturó la costilla a su esposa.
En Panamá era conocido por derrotar a otro boxeador que tuvo problemas con la justicia, Vicente "El Loco" Mosquera, a quien le arrebató el título superpluma de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB).
Muchas figuras deben verse en el espejo de Valero. Se obtiene fama de la noche a la mañana y se piensa que el mundo está a sus pies. La fama transforma a muchos; se incurre en el consumo de drogas, el derroche, los excesos y llega un momento que se pierde el control.
Es una constante que se repite en muchos campeones mundiales, pero del problema no escapan muchas figuras reconocidas. Usted observa a los boxeadores, varios de ellos panameños, que apenas logran un título mundial se creen imbatibles, no entrenan y se la pasan en cantinas, bares y discotecas.
Sus mentores y entrenadores deben jugar su papel y llamar al orden a sus boxeadores para que la fama no los transforme en una bomba de tiempo que puede estallar en cualquier momento y tener un triste final como el de Edwin Valero.