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"Choque de religiones"

Hermano Pablo | Reverendo

Uno de los trenes iba cargado de musulmanes que se dirigían a una fiesta religiosa musulmana en la provincia de Sindh, Pakistán. El otro iba cargado de hindúes que se dirigían a una fiesta religiosa hindú en la misma provincia.

Los dos trenes, repletos de pasajeros, llegaron al mismo tiempo a la estación en Sangi y chocaron violentamente. Hubo 200 muertos y 700 heridos: 900 personas que pasaron, de un momento a otro, de la euforia religiosa a los ayes, los llantos, los pedidos de auxilio, entre ellas 200 que sintieron el hielo de la muerte. "Choque de trenes y choque de religiones," anunciaban los diarios.

Los choques de trenes se producen casi siempre por negligencia humana. En este caso trágico el jefe de la estación se hallaba en otra fiesta, una fiesta política en un pueblo cercano. Eso da mucho que decir.

¿Y qué de los choques de religiones? El hombre religioso parece haber olvidado que la idea central de la religión, de cualquier religión, es tratar de traer paz al mundo. Parece que, cuando menos, algunos de los grandes caudillos religiosos han sido más amigos de la espada que de la paz.

Lamentablemente la historia del cristianismo no está exenta de estos choques y encontronazos. Y no necesariamente de choques contra otras religiones sino de choques entre sí mismos: religiones cristianas contra religiones cristianas. Las páginas de la historia del cristianismo europeo y americano están llenas de sangre, de violencia, de espadas y de pólvora, algo muy diferente a lo que enseñó y soñó su fundador, el Señor Jesucristo.

¿Cuál es la verdadera nota tónica del cristianismo auténtico? Es el amor. "De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros" (Juan 13:35), dijo Cristo.

El amor, que supone paciencia, tolerancia, indulgencia, comprensión y perdón, es la única fuerza que mueve al mundo para bien. Y el amor verdadero tiene su fuente en Cristo. El amor que da Cristo es lo único que puede producir paz y armonía entre esposos, entre hermanos, entre padres e hijos, entre creyentes en Cristo, y entre creyentes en Cristo y quienes no lo son.



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