La dama se "llenaba la boca" diciendo en la reunión, que pronto cumplirían treinta y cinco años de feliz matrimonio. El marido ponía cara de bobo y una sonrisita nerviosa casi lo delata. Yo me mordí los labios para no salirme con una de mis llamadas "pata-de-banco".
Ante este asunto, era prudente quedarse callado...
Pero no pude callar mis pensamientos, que como murciélagos asustados volaron en forma desordenada.
Por cuestiones que no se pueden mencionar aquí, conocía la realidad de ese matrimonio.
Durante años el marido tuvo relaciones "extras. Casi creo que la misma esposa lo supo, pero se calló.
Conocía de algunas peleas entre ellos, que echan por tierra lo de "feliz".
En otras ocasión supe que fulana se "casó nuevamente" por la Iglesia. Algunas amistades lo celebraron.
También sabía de actitudes no muy adecuada de la dama, que casi acaban con su matrimonio. Pero ahora ella se "pavoneaba" con su nuevo matrimonio religioso.
Aparte de estos casos de parejas, he conocido gente que va a la Iglesia todas las semanas, se arrodilla y reza. Pero en su vida profesional le sacan el alma a sus clientes sin asco.
Gente que da cuantiosas limosnas, de un dinero que no siempre es bien conseguido.
Hay colegas periodistas que pasan por honestos, pero en algún momento de su vida aceptaron "mameyes" sin ningún sonrojo.
Comerciantes que aparecen en la TV defendiendo al pueblo, cuando realmente en sus negocios hacen las trampas que puedan, para esquilmarle plata a los clientes.
Realmente pocos pueden "tirar la primera piedra". Parece que para muchos seres humanos la hipocresía es una condición de vida.
Lo malo es cuando sin vergüenza alguna alardean de cosas que no son ciertas. Eso me molesta (aunque confieso que no soy un Santo).
Ojalá las personas fueran más serias al hablar.
Lo peor es que se convierten en críticos de otros: ¡cuando ellos mismos tienen tremendo "rabo de paja"!