La decisión del rector de la Universidad de Panamá, Gustavo García de Paredes, de comenzar a cobrar por el uso de locales comerciales y el consumo de energía eléctrica dentro del recinto de la Casa de Méndez Pereira, aunque tardía, debe hacerse por la salud financiera de la primera casa de estudios superiores.
Los cálculos conservadores reflejan que había un déficit de más de medio millón de balboas en concepto de alquiler y luz eléctrica que dejaban de pagar estos negocios dispersos por las diferentes facultades y centros de estudios, bajo el paraguas del subsidio y facilidades que al final, huérfanas de control, iban a parar a manos personales o de actividades de proselitismo político.
¿Se atreverá el rector Paredes a ponerle fin al clientelismo y al despilfarro de las finanzas universitarias que llegaron a producir el corte de luz ocasionado por una deuda millonaria con la compañía eléctrica?
¿A cambio de qué, las rectorías anteriores permitieron que durante años aparecieran en cada esquina de la ciudad universitaria, copiadoras, quioscos, mesones y locales de internet, sin pagar energía eléctrica y alquiler? ¿Seguirán las arcas del Estado patrocinando semejante festín?
Si la administración desea continuar subsidiando a estudiantes de pocos recursos económicos, ofreciéndoles el servicio de fotocopiado a bajo costo, debe establecer regulaciones precisas, ubicando estos centros en lugares específicos y con un estricto control financiero, y quienes deseen lucrar, entonces que paguen.