Fuerte, intensa y no apta para reprimidos y estereotipados. Así es Bent, la obra quizás más galardonada del teatro local en el 2008, que regresó con los mismos brios y éxito con los que brilló el año pasado.
Una historia prohibida, de amor, coraje y rebeldía enmarcada en un escenario de la Alemania Nazi de la Segunda Guerra Mundial.
El vestuario de la época facista, sincronizado con juegos de luces, dan paso al desarrollo de esta obra que transporta al espectador a un cuarto, un cabaret y hasta al patio de una prisión de los campos de concentración de Hitler.
Un alemán "chulo" y "juega vivo", dispuesto a no dejar su estilo de vida, en un momento de la historia del mundo en el que cualquier situación adversa a los Nazis era pecaminosa.
La estrella amarilla de David con la que se identificó a los judíos, el triángulo rojo y verde para los políticos sediciosos y criminales son parte del drama que va más allá de la pasión, pues describe momentos perfectos de la historia de la Europa de Hitler y los estigmas que fueron impuestos para todos los que no eran Arios, incluyendo a los gitanos, negros y discapacitados.
Bent, la obra, ha navegado por todo el mundo bajo este seudónimo, al que se le dio la connotación de Torcido, para referirse a todos aquellos seres humanos que, por alguna razón, prefieren el amor, el sexo, la convivencia y la vida con otro similar de su propio género.
El Teatro La Quadra mantendrá esta puesta de Martin Sherman en su segunda temporada, y ganadora en Panamá de 4 premios Escena 2008, incluyendo mejor actor, hasta este miércoles 8 de abril.
Entonces Bent, para algunos que comentaron entre las butacas, no ha perdido vigencia, pues aun en la China comunista, en el liberal Brasil, en Panamá y en la Norteamérica de Obama existen millones de Bent con ganas de no ser estigmatizados con triángulos rosados, como hicieron los Nazis con los homosexuales de su época.