Una veintena de agentes de la DIJ, policías "Linces", peritos de criminalística y hasta el carro fúnebre del Ministerio Público, fueron desplazados ayer al complejo residencial Torres de Milán, ubicado en la vía hacia Patacón.
Cuando todos pensaban que se trataba de otro "ejecutado", funcionarios y curiosos casi se caen sobre sus posaderas: la víctima era un pollo putrefacto.
Ante el olor nauseabundo que provenía del auto con placa 701962 se montó todo un operativo, se colocaron cintas amarillas para proteger la escena y los agentes provistos de guantes para no borrar las huellas de los "asesinos" forzaron con una ganzúa las puertas del auto.
En el interior del vehículo no había cadáver. Uno de los inspectores gritó: quizás el muerto está en el maletero; todo el mundo se dirigió a esa área y en efecto allí estaba la víctima: un pollo que aparentemente mandaron como encomienda en una cajeta y a un olvidadizo conductor se le pasó bajar. El animal se sofocó y murió; luego vino el proceso de descomposición.