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Treinta años antes de que apareciera la Asociación Nacional para la Conservación de la Naturaleza (ANCÓN) habíamos dejado de satanizar a los animales. Desde ese entonces feliz, he reprochado enérgicamente cada vez que se compara a determinado delincuente político, con un perro. Es por eso, que estamos indagando a qué parte del cielo se van los perros cuando mueren, para solicitarle una visa a San Pedro y poder transportarme hacia allá con el mayor de los gustos, una vez haya terminado mi paso por este purgatorio mundo.
Con respecto a los murciélagos, son injustos los chistes y canciones recientes en ocasión del escándalo creado por el supuesto inculpado de negocios al margen de la ley, con redomados políticos del patio. Los murciélagos son beneficiosos, tanto para el hombre como para la flora, la fauna y la avifauna. Estos mamíferos alados han plantado árboles de caimitos de mono tanto en montañas como en islas, planicies y pretiles en donde el hombre nunca llegaría a plantar un árbol de mango chapero por ejemplo, para que los pericos se coman la pulpa, las arrieras las cáscaras y los ñeques la pepa. El estiércol de estos dueños de las tinieblas es de vital importancia para muchas regiones del mundo en donde los humanos son labriegos y viven de la tierra.
Con el inocente avestruz también se cometen injusticias. Por los trabajos efectistas y poco efectivos de los gobiernos, hay quienes se han atrevido a compararlos con parvadas de avestruces. Nada menos parecido con el instinto de un avestruz, que las acciones de gobiernos parecidos a este. Los avestruces sí meten sus cabezas bajo la tierra, pero es para escuchar de donde viene el peligro en las praderas y tomar decisiones rápidas y apropiadas; mientras que de gobiernos como este, tenemos la percepción de que jamás han utilizado sus cabezas para nada, a menos que sea para conveniencias aviesas.
Para perros, murciélagos y avestruces, al igual que para toda la creación ha llegado la hora de merecerles un respeto y no compararlos con algunos mortales ineptos y execrables que por menos de 30 monedas, están dispuestos ha acabar con el poco prestigio que le queda a Panamá.
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