Rumbo a Tres Hermanas. Llegar a esta comunidad inserta en la montaña capireña es toda una aventura y seguramente, luego de esa experiencia terminará convencido de que vale la pena hacer turismo local.
Pero para llegar a este poblado las cosas no son nada fácil. Usted debe saber que debe abordar el transporte "la chiva" en una caseta ubicada en la entrada de El Espino de La Chorrera. Allí esperaba Paulino Alabarca, un residente de esta comunidad, que al conversar con él, el viaje se le hace más ameno, pues las anécdotas que tiene son muy jocosas.
Alabarca precisó que son unas ocho chivas las que prestan el servicio a Tres Hermanas y pueblos aledaños, pero ninguna se queda en el pueblo o le pertenece a alguien de allí. Fue curioso escuchar su relato de las veces que le ha tocado viajar como "sardina en lata", pues una de esas chivas tiene capacidad para unas 20 personas, pero hay veces en que transportan hasta 20 pasajeros.
"Hace calor, vamos todos apretados y encima muchos llevan gallinas y otros animales. Todo esto uno se tiene que aguantar", dijo aquel caballero que se dedica a la agricultura.
Aunque para ellos viajar en el techo de las chivas lo describen como divertido, el peligro los acecha.
Al preguntarle, cómo hacen cuando alguien es mordido por una serpiente, para sacar a una mujer a punto de dar a luz o alguien enfermo a altas horas de la noche, su respuesta fue: "Hay que sacar 50 dólares del bolsillo o pedir prestado".
Al llegar a El Límite de La Chorrera se termina la calle de asfalto y empieza la carretera de piedra y polvo. Hay trayectos en los que al menos se ha hecho el corte de calle. Y aunque la pobreza salta a la vista en los poblados a orillas de la calle, es notorio que a veces las banderas de partidos políticos no faltan, lo que denota la esperanza de mejores días.