Cuando llegue el 4 de mayo, los panameños habremos tomado una decisión sobre nuestro futuro para los próximos cinco años. Sin embargo, para ese momento, dejada atrás la euforia de la campaña, debemos procurar que vuelva a imperar la tolerancia.
El actual proceso electoral nos dejará una serie de interrogantes sobre las cuales deberemos reflexionar para no continuar por una senda equivocada, y no dejar que el revanchismo y otras pasiones nos dominen.
Esta temporada proselitista ha utilizado estrategias como el descrédito y las acusaciones. La ciudadanía, por su parte, se conduce con cautela al conocer los resultados de las encuestas.
Otro elemento que ha surgido ha sido el caso Murcia, que ha calentado el ambiente y ocasionado un escándalo en que se han visto involucrados entes de seguridad del Estado, ahora vistas como unidades incompetentes.
En medio de tan conflictivo escenario, los panameños nos enfrentamos a los primeros ramalazos de una crisis económica que ha comenzado a hacerse sentir. Otro elemento de discordia que puede surgir es la eliminación de los candidatos al PARLACEN del partido Cambio Democrático, por parte del Tribunal Electoral.
Adicionemos a lo anterior los niveles crecientes de la delincuencia. En países como México, los grupos políticos, hasta los más antagonistas, se han unido para enfrentar este flagelo y, como un hecho trascendente, han aceptado los acuerdos con Estados Unidos en esta materia.
Sin embargo, estos acontecimientos son característicos de las sociedades que, al igual que los volcanes, tienen períodos de calma, de latencia y de erupción. Después del estallido se logran los ajustes.
Por eso, es importante entender que no lograremos resolver los problemas que nos aquejan con nuestra tradicional impaciencia y que cada uno de nosotros, desde nuestra perspectiva individual, deberá realizar los correctivos necesarios para que los cambios no sean traumáticos.