Un viejo refrán que se repite frecuentemente reza que "Desde que se inventaron las excusas, todo el mundo queda bien". Y si a eso le agregamos a un culpable fijo para poder apuntarle con el dedo cuando las cosas se ponen difíciles para nosotros, mejor. O sea, "yo no fuí, fue Teté".
Es esto lo que siempre escuchamos de un alto funcionario cuando los medios de comunicación lo cuestionan sobre A ó B problema.
Las respuestas suenan más o menos así: "Es que eso es un problema de arrastre", "Esto nos lo dejó el gobierno anterior", o "...es un problema de muchos años".
Disculpen, pero eso ya lo sabemos todos. El asunto es cómo van a romper con ese ciclo de corrupción, vicios, problemas y situaciones negativas que nos han afectado como país, y de los cuales la sociedad tiene todo el derecho de preguntarles.
Los gobiernos anteriores son eso: gobiernos anteriores. Su oportunidad de resolver ya pasó, y fallaron. Ahora les toca a ustedes.
Pero, reflexionando un poco y haciendo memoria... ¿Acaso la mayoría de las figuras que integran el gobierno actual, y el gobierno anterior, y el anterior y el anterior no eran las mismas personas? Tal vez algunos estaban en puestos diferentes a los actuales, pero al final, la suma de todos los factores da el mismo producto: la misma clase política desprestigiada, mentirosa, trepadora y oportunista que ya todos conocemos. Y que encima de eso, no resuelve.
Tal vez sea cierto un segundo refrán que llega a la memoria; ese de que "los pueblos tienen los gobiernos que se merecen". Algo de cierto debe haber, cuando nuestra subcultura del "juega vivo" promueve la irresponsabilidad.
Nos referimos a llegar en fuego al trabajo, manejar desordenadamente, dejar de un lado la cortesía, ser practicamente del nepotismo y el amiguismo, colarse en las filas, pedir fiado y no pagar, tener hijos por ahí sin reconocerlos, y tantas otras características del "lado oscuro" de nuestra idiosincracia panameña.
Si usted se comporta como se describe arriba, entonces no puede reclamar, ni echarle la culpa al gobierno ni a nadie por las dificultades que pueda estar pasando.
Cuando decidimos tomar las riendas de nuestra vida, la tomamos con todo lo que ella incluye: los derechos y las responsabilidades, las altas y las bajas, las duras y las maduras. No se puede sencillamente tomar lo que nos conviene y rechazar el resto.
Afrontemos nuestras responsabilidades como gente adulta y moralmente correcta. Ignorar, rechazar o echarle tierra a lo malo no lo va a hacer desaparecer. Siempre los fantasmas de nuestros errores volverán para atormentarnos.