El enfrentamiento verbal que hubo el jueves entre el Ministro de Gobierno y obreros del SUNTRACS que bloqueaban la avenida Balboa, pone de manifiesto el permanente dilema existente entre el derecho a manifestarse y el derecho de circular libremente.
Es legítimo el derecho de los trabajadores o cualquier otro gremio de desarrollar protestas para cuestionar alguna medida gubernamental, pero también hay que respetar el derecho del resto de los ciudadanos de desplazarse libremente hacia su destino.
En una capital como la panameña donde diariamente se soporta un tráfico infernal, el bloquear calles y avenidas empeora las cosas y genera un estrés adicional a los que por necesidad deben estar en la vía pública a la hora de una manifestación.
Las protestas deben realizarse en las aceras o en áreas de la Cinta Costera donde no se obstaculice el tráfico. Desde esos puntos cualquiera puede desplegar pancartas y gritar consignas contra las reformas fiscales, los cambios en la legislación del Seguro Social, contra el alto costo de vida o cualquier otro tema que inquiete a un sector de la sociedad.
El bloquear vías, sobre todo en horas del mediodía, cuando muchas personas salen a almorzar o realizan diversas diligencias, no provoca el respaldo de las personas ajenas a la manifestación, sino más bien antipatía.
De igual modo, no es correcto que un ministro se enfrente de tú a tú con manifestantes y exprese palabras altisonantes contra éstos. Aunque la situación era incómoda y pesada para los que estaban obligados a soportar un tranque, hay que guardar las compostura, sobre todo si se ostenta un alto cargo oficial, pero los obreros también deben modificar sus métodos de protestas.