Si hubiera una concordancia en cuanto a los acuerdos conceptuales entre padres e hijos, el éxito no tendríamos que buscarlo, sencillamente lo ubicaríamos aposentado a la vuelta de la esquina, y en consecuencias, la sociedad no se lamentaría de su desgracia sin poderla remediar. No hay mejor escuela que un buen ejemplo, ese viene rubricado con letras imborrables para toda la eternidad. Sufro una inexplicable preocupación a manera de un desatado frenesí, mirando la desagradable desorganización que tolera el hogar con ausencia del directivo que haga prevalecer su mandato, en el que se concibe el mensaje de la demostrable falta de autoridad.
Un exceso de compasión o de dominio nos puede llevar a la capitulación también, los extremos son empalagosos y por ende irresponsable cuando se trata de la conducta humana. Buscar el equilibrio, he allí l a manera de actuar correctamente, que no permite errores en los cálculos de los cuales más tarde tengamos que arrepentirnos, pues el bravuconear apenas sirve de nada. El patrón de la sociedad es el hogar, pero no le damos la beligerancia que él tiene.
Las disidencias discordantes de los dos miembros ejecutivos traerán la disolución del mismo, cuyos efectos tendrán el temple de la catástrofe. Aquí los niños juegan todo el día sin ley, no hay un padre, o una madre que se digne en orientarlos exigiéndoles productividad, tomar un texto de estudio examinándolo puede sellar el futuro de sus destinos. Quedo inmerso por voluntad en la terrible amargura de no tener la fuerza suficiente para combatir las rancias convicciones.
Sólo estudiando, podremos vencer los descalabros que nos traen en bandejas de plata, las tenebrosas derrotas ambiciosas de tormentos irreparables. Los divorcios custodian las relaciones del hogar, en el que los hijos sufren daños increíbles: físicos, mentales y morales.
