No se rían, pero hoy me siento "enroscado", con tantos líos políticos-partidistas, desde el supuesto robo de imagen de una figura caudillista de trascendencia, hasta la censura de una balada criolla llamada "La Doña". Uno no sabe realmente en qué dirección mirar para encontrar algo que se parezca a una verdad potable, y es por ello que uno se va sintiendo "enroscado", que en buen panameño significa 'engañado'.
Pero hay otras roscas a la que sí quiero referirme ahora, que no son precisamente las sabrosas y nutritivas roscas de huevo que se elaboran en La Arena, ni tampoco se trata de aquellas que en buena hora aparecen para el Día de las Madres o para Navidad y Año Nuevo.
Voy a referirme específicamente a las roscas que se forman tanto en las empresas privadas (preferentemente), como en la mayoría de las oficinas públicas (entiéndase por 'roscas' círculos sociolaborales formados por trabajadores y/o funcionarios privilegiados). De hecho, hay trabajadores que exhiben tal grado de responsabilidad en cuanto a su asistencia, puntualidad y eficiencia, que sus compañeros no se guardan ninguna reserva para tildarlos de 'sapos', pero éstos nunca son tomados en cuenta para promociones y/o ascensos. En cambio hay otros que hacen todo lo contrario... acostumbran llegar tarde, faltan a su trabajo con frecuencia y sin una excusa válida; descuidan -son negligentes- en sus tareas, y siempre andan enredados en cualquier cantidad de rollos administrativos, pero irónicamente a éstos son a los que la gerencia, o los despachos superiores, toman en cuenta para llenar las vacantes que se producen, y son los que 'gozan' de incontables privilegios por parte de sus jefes. A todo esto yo sólo agregaría... tengan mucho cuidado, señores, porque las roscas también se trasroscan y entonces nacen los problemas (se forman las asociaciones, gremiales y/o sindicales).
¡Au Revoir!