Las tentaciones por las que pasó Jesús, son las mismas tentaciones por las que pasó el Pueblo de Dios en el desierto. Son las tentaciones de no asumir nuestra responsabilidad de construir el Reino de Dios desde el servicio y el compromiso de vida. Entonces queremos buscar soluciones fáciles, mágicas e irreales. Jesús, como persona humana fue capaz de vencer las tentaciones. También nosotros estamos llamados a construir el Reino venciendo las tentaciones.
La primera tentación es la de renunciar a nuestra condición de ser "caminantes". Tenemos que salir de nuestro afán de comodidad y de soluciones fáciles e individualistas, para realizar a través de la escucha de la Palabra, el proyecto de Dios.
Hoy en día mucha gente espera que los políticos hagan el milagro de resolver sus problemas. Dios nos enseña el camino del Reino que pasa por el compromiso de cada día en buscar la justicia y vivir el amor fraterno, y nos da la fuerza para abrir este futuro nuevo.
La segunda tentación es la del poder como dominio sobre los demás, es la tentación de la autoridad impuesta por la violencia. La verdadera autoridad ha de estar al servicio de los demás.
La tercera tentación es la de provocar o querer manipular a Dios. Es la tentación de renunciar a nuestra responsabilidad y al trabajo de cada día, para que las cosas se resuelvan de manera fácil y por arte de magia, sin tener que sacrificarnos, esperar que Dios nos resuelva los problemas que nosotros podemos y debemos resolver por nuestro propio esfuerzo.
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. Para nosotros, los miembros de la Iglesia, ¿de qué manera tratamos de convencer y evangelizar a los demás?, ¿con acciones espectaculares o con el servicio de cada día?
2. ¿Cuál es nuestra religiosidad? ¿Buscamos cumplir la voluntad de Dios o esperamos que nos resuelva nuestros problemas desde arriba?