El asesinato de cuatro policías guatemaltecos involucrados en el crimen de tres diputados salvadoreños al Parlamento Centroamericano (Parlacen) deja al descubierto los tentáculos que rodean dicho caso.
Las primeras pistas sugieren que el narcotráfico y otras fuerzas están aliados en este escandaloso hecho. Primero son acribillados y quemados los miembros del Parlacen; luego en la cárcel donde permanecían los homicidas se produce un motín, donde son asesinados los policías homicidas.
Todo indica que los policías fueron liquidados para no divulgar nombres de otros involucrados en el crimen de los diputados.
Las informaciones divulgadas por ahora sugieren que en torno al crimen de los políticos salvadoreños existía una millonaria operación de lavado de dinero. Se habla del transporte de 5 millones de dólares desde El Salvador a Guatemala.
Guatemala -al igual que Panamá- ha sido un importante puente para el trasiego de drogas y de dinero producto del narcotráfico. En territorio panameño se han incautado ya varios millones de dólares que entran a nuestro territorio, ocultos en contenedores procedentes de territorio chapín.
Lo sucedido en Guatemala revela el poder de penetración que tienen los carteles del narcotráfico. Primero reclutan a policías para asesinar a diputados y luego en una prisión montan un motín para silenciar a los uniformados que ejecutaron el crimen, con el claro propósito de que no hablen más de la cuenta.
Esos son los peligros que representa para toda la sociedad el narcotráfico, que con su dinero fácil corrompe a empresarios, polìticos, empresarios, policías y a casi todos los sectores de una población, con el fin de lograr sus malévolos propósitos.