El gobierno destinó millón y medio de dólares nuevamente este año para los carnavales capitalinos, cifra que -según los encargados de la Autoridad de Turismo- es insuficiente. Si bien es cierto que el gobierno anterior destinaba más de 4 millones de dólares para esos festejos y que gran parte de ese dinero se lo llevaban los artistas internacionales, ya es hora de buscar fórmulas de financiamiento que no salgan del erario público.
Si bien es cierto que los pueblos deben tener sus ratos de esparcimiento para despejarse de tantos problemas diarios, lo más correcto es que la fiesta de Momo la patrocine la empresa privada que al final del camino, es la que se beneficia de esa marea humana que llena las calles de la capital y el interior del país, durante los cuatro días de parranda de los carnavales.
Las empresas cerveceras y la industria del licor deben asignar presupuesto para organizar el evento de la farsa que cada año atrae turistas. El apoyo estatal debería ser en promoción en el exterior y en la vigilancia por parte de la Fuerza Pública, pero los gastos propios de la contratación de artistas, construcción de tarimas, carros alegóricos y las comparsas deberían ser cubiertos por el sector empresarial.
Lo cierto es que cada año que el Estado aporta fondos para el carnaval capitalino surgen suspicacias sobre el manejo de fondos y las contrataciones directas.
Este año habrá una nueva ruta del carnaval: la Cinta Costera, lo que busca ser explotado por las autoridades de turismo para atraer un mayor número de extranjeros. La vigilancia en las entradas y salidas será determinante para prevenir hechos de violencia.