No había nacido la japonecita aún. Así le llaman de cariño. A su madre se le confirmó el embarazo un mes de agosto de 2004, tres meses después que su padre había arribado al aeropuerto Internacional de Narita, en Japón, un 11 de mayo de 2004.
Aunque se presentaron problemas con Migración, en Estados Unidos, al responder: hacia dónde iba y qué haría, el viaje se concretó. Cuando los agentes de Migración escucharon la respuesta, se quedaron fríos: "Voy a Japón a ver una planta de energía nuclear", dijo el viajante. El tema de la seguridad los tenía aún de vuelta y media a los gringos, pues veían a todos como terroristas.
En Japón fue recibido por un amable japonés. Su nombre es Yamamoto, el mismo que tenía el único letrero escrito en español en la terminal aérea que decía: "Bienvenido, Señor Luis Chamorro". La mejor noticia era que tenía a alguien esperándome para cumplir el itinerario y el objetivo, que era certificar la seguridad conque son tratados los desechos radiactivos que pasan por el Canal de Panamá.
Los amigos de la empresa Overseas Reprocesing Comite (ORC), guiados de las manos de los señores Baba y Nawano, explicaron en detalle todo el proceso, pero, no sólo eso, me llevaron a la planta de energía nuclear de Kashiwazaki-Karima.
Dentro de la planta me hicieron colocar unos zapatos especiales, además de un monitor de radiactividad. Este era para certificar que no había sido afectado y fue así. Salí como entré, muerto de miedo y de la risa. No pasó nada.
Japón es un país de 130 millones de seres humanos. Cada año son más los que nacen que los que mueren, quizás sea esta razón para que tengan que buscar alternativas de energía para suplir las necesidades de su gente y la creación de plantas nucleares son una clara respuesta científica para depender menos del petróleo.
¿Cómo se obtiene la energía? Se produce de reacciones de fusión de átomos en la que se liberan cantidades de energía, utilizando como materia primera el uranio, que es bombardeado por neutrones para romperlo en dos átomos, aproximadamente a la mitad del uranio, ocasionando una reacción en cadena tan rápida que puedo imaginarlo al conocido juego de pinball, sólo que en esta ocasión se producen múltiples divisiones.
Puede parecer absurdo, pero no vi a nadie alumbrarse en ese país con una guaricha. Todo es eléctrico, hasta el inodoro.
Los japoneses, sobre todo las empresas British Nuclear Fuels Ltd. (BNFL), COGEMA y ORC, han tomado el tema de la seguridad muy en serio, por eso la flota de buques que transporta los embalajes mantiene un registro impecable de 5 millones de millas sin reportar un solo incidente en ninguna de las rutas como lo es el Canal de Panamá, Cabo de Buena Esperanza (Africa) y Cabo de Hornos (Sudamérica).
La razón es sencilla. La basura nuclear que pasa por aquí viene vitrificada, es decir prácticamente en estado sólido, además, estos barcos han sido diseñados para proteger estas cápsulas y están adaptados para soportar altas temperaturas y golpes muy fuertes, lo cual garantiza la seguridad extrema.
La pronta llegada del barco Pacific Sandpiper, de bandera inglesa, me hace recordar Japón, el país del cual obtuve el segundo nombre de mi segunda hija cuando nació el 11 de abril de 2005. Ella se llama Kristin Akemi, que significa brillante y hermosa, pero es panameña.