Para las funerarias que se dedican a la organización de sepelios, esta actividad es como cualquier otro negocio, donde la ley de la oferta y la demanda que rige el mercado es una regla.
"El servicio más económico que tenemos es de 200 balboas, que incluye el trámite de registro, permiso de entierro y el retiro de los difuntos", anotó con naturalidad el encargado de la funeraria El Nazareno de Portobelo, Mario Bishop.
Los honorarios también abarcan el costo del ataúd, transporte en carroza hacia la iglesia y el traslado a los diferentes cementerios capitalinos, donde culmina finalmente el sepelio cuando pasa a manos de los funcionarios de los camposantos.
Algunos clientes exigentes
"Para clientes exigentes, tenemos un servicio de lujo cuyo costo puede ascender hasta 1,100 balboas, esto incluye productos adicionales, según las necesidades del mercado", dijo rodeado de los relucientes cajones que esperan a sus próximos inquilinos. Estos difuntos reciben otro trato, durante el sepelio llevan una corona de flores, se reparten recordatorios, habrá un libro de condolencias y, obviamente, el ataúd es elaborado con material de primera calidad.
"Aquí, los vestimos, los peinamos, los maquillamos y arreglamos lo mejor que podemos la presencia a los difuntos, para cuando sus familiares lo vean por última vez", detalló en medio de su ajetreada jornada. Como un ejecutivo preocupado por captar clientes, ha sabido diversificar el negocio y los servicios que ofrece, lo cual le ha permitido mantenerse en el competitivo mercado de los funerales.
EN CUALQUIER PARTE
Para algunas personas, que así lo solicitan, el equipo de técnicos de esta funeraria también hacen embalsamientos de cuerpos, traslados al interior de la república y fuera del país.
Esta funeraria tiene alrededor de 25 años desde su fundación.