Actualmente la cuaresma se inicia con el Miércoles de ceniza y se prolonga hasta el inicio de la Eucaristía "En la Cena del Señor", el jueves santo. O sea, que con el Miércoles de ceniza la Iglesia inicia el ciclo Cuaresma-Pascua.
La ceniza es símbolo de lo efímero y de lo sin valor. La emplea la Iglesia el Miércoles de ceniza con el fin de llamar a la conversión a las personas, que con las disposiciones necesarias se acercan a recibir este sacramental. El signo de la imposición de la ceniza tiene dos componentes "materiales": una cruz hecha con ceniza. La cruz es signo de salvación, de dolor y de arrepentimiento, pero también de triunfo, de gloria, de resurrección. Es emblema de nuestra redención.
La fórmula de imposición de la ceniza subraya dos realidades fundamentales en la vida del católico: primero le advierte que es necesaria la conversión continua. Por eso le dice: "Conviértete y cree en el Evangelio". Y luego le recuerda su realidad terrena, la muerte: "Acuérdate que eres polvo y en polvo te has de convertir". Por todo lo anterior, el católico que se acerca a que le impongan la ceniza debe llegar con la disposición espiritual de tener una voluntad firme y eficaz de conversión y de reconciliación pascual con Dios y con los hermanos.
Si la imposición de la ceniza es un llegar, acercarse a que le tracen la cruz con la ceniza y la persona se va..., se cometería un grave error pastoral, pues el valor simbólico y espiritual de la imposición de la ceniza se desvirtuaría y -Dios no lo quiera-, la imposición de la ceniza tal vez pasaría a mostrar un aspecto de tipo mágico". Se recibe para evitar "males" o "desgracias" durante este año, se cumpliría simplemente con un "rito", se hace porque otros lo hacen. Es importante hacer saber que a los niños no se les impone la ceniza, ya que aún no son sujetos de conversión.
Con la imposición de la ceniza la Iglesia entra en un tiempo de "Retiro espiritual", ordenado a la vivencia de la Pascua. El Miércoles de ceniza debe hacernos conscientes de que es necesario iniciar un balance espiritual para la renovación de la vida del Espíritu. Es un día marcado fuertemente por la austeridad: ayuno, abstinencia de carne, ausencia de flores en el recinto de la Iglesia... Debe marcar el inicio de austeridad en la vida de la Iglesia, para que esta austeridad invite a la austeridad personal en el tiempo de Cuaresma.
