No se visualiza la línea en el horizonte que dé indicios de que la grave crisis del desempleo, que castiga al planeta, mejore. Eso lo dicen los estudios de la Organización Mundial del Trabajo (OIT).
En el mundo entero más de 191 millones de personas está desempleada. Esta cifra se torna más alarmante cuando se ratifica que la mitad de esa población es el grupo joven, ese sector que sale a pescar un empleo después de obtener un alto grado superior universitario, pero que desafortunadamente no lo encuentra y se aislan al sector de la economía informal.
El Panamá de hoy es diferente. Hace más de cuatro décadas atrás no se veían los llamados "supermercados en semáforos", lugares que han sido abarrotados, principalmente por jóvenes que no tienen un empleo fijo.
Esta situación es triste, sobre todo con la actual crisis social que pone en evidencia las faltas de una política adecuada que genere el tan anhelado empleo, deseo que se ha mantenido a la cabeza de las necesidades del pueblo panameño en cada encuesta de opinión.
Si el mundo entero está pasando serios problemas por la falta de planeamiento, el país no debe cerrar los ojos y cruzarse de brazos para esperar que lo que digan o hagan los regentes internacionales que se introducen en los países para hacer fabulosos estudios. Tenemos que salir de lo teórico para llevarlo a la práctica. Si nunca lo intentamos, jamás podremos decirle a las actuales generaciones, que no tienen de dónde obtener un empleo, que el esfuerzo se hizo.
Señor presidente, la fórmula mágica para hacerse sentir con plazas de trabajo es poniendo a ordenar ideas claras en la cabeza y sacarlas de ahí para completarlas en blanco y negro. Pretendemos que el discurso quede atrás y se trabaje ya, por el amor a cada uno de los panameños.