"El grupo de profesionales se acercaba amenazadoramente hacia la puerta en busca de la verdad. Calificados por la sociedad como los voceros del pueblo, cada uno tenía la licencia apropiada para contarla..."
Esta es la forma en que algunos ciudadanos podrían describir al "grupo de audaces" periodistas. Clase especial que causa angustia a muchos con una conciencia muy poco clara por sus actuaciones. Pero no a la mayoría, para quienes estos mensajeros pueden lograr cambios en sus comunidades. La mejor muestra se conoce el grado de corrupción a que han llegado los que se nombran a sí mismos "benefactores de la ciudadanía".
Los ejemplos son archiconocidos por toda la población panameña. Una lista a la que a diario se le agrega nuevos y sonados casos. Para asombro de varios y poca sorpresa de los involucrados, que por desgracia se suman en contra de "Pedro pueblo".
A esta consta pelea, para bien o mal acude pronto "el grupo de audaces".
Las personas quieren y necesitan conocer la triste y amarga verdad sobre la realidad de su país. No quita por esto que en ocasiones también se escriba acerca de hechos positivos.
Ser periodista no es fácil, más cuando te esfuerzas por ser profesionales en tu labor. Se lucha por alcanzar la excelencia. ¿Para qué conformarse con tan solo ser bueno cuando quieres ser mejor?. Difícil quizás, pero imposible no creo. Depende igualmente de cuánto quiera contribuir esa misma sociedad a la cual defiende con entusiasmo este audaz grupo.
Tarea titánica e injusta por la desventaja que acompaña al grupo de profesionales cuando se enfrenta al cáncer del poder económico y político.
Sin embargo, dentro de esta organización de arriesgados combatientes de la pluma, hay quienes miran cara a cara al Goliat de la corrupción. Su temple está más que probado. Suerte para las generaciones de estos audaces "indeseables", conocidos como periodistas.