La tarea no resulta fácil y el juego puede durar horas y horas, que son aprovechadas por la gran cantidad de personas que observan para reírse de las caídas de los participantes y la suciedad que les queda cada vez que intentan subir la vara.
No obstante, aunque la oscuridad de la noche se haga presente, siempre hay alguien que consigue de alguna manera subir la vara encebada que ya han limpiado con sus cuerpos los que intentaron treparla y termina la actividad que deja a la mayoría tirados sobre el patio, descansando del trajín que acaba de terminar.
Para la familia Espinosa es una lástima que la mayoría de las personas se hayan olvidado de esta tradición que sirve para unir a las familias y también a los miembros de las comunidades, porque se trata de una actividad sana de recreación para niños y adultos.
La vara encebada es considerada como un juego tradicional que enseñaban los padres a hijos, a través de las generaciones y cuenta con una variación que es el puerco encebado.