Ya no es común en la provincia de Chiriquí hablar de la “vara encebada”, puesto que, este juego que también podría ser considerado como deporte, ha ido poco a poco perdiendo fuerza, a medida que avanza el tiempo y al parecer las personas de la época no se interesan por esta actividad que anteriormente no podía faltar en la fiesta de cualquier pueblo.
¿COMO LA HACEN?
Para la familia Espinosa Taylor en la comunidad de Flor de Lima en Puerto Armuelles, la actividad de la vara encebada significa una tradición que todos los años y al momento que se pueda se hace en el patio de su casa.
Luis Espinosa en compañía de otros colaboradores del pueblo se encargan de cortar la vara de bambú, la cual limpian hasta quitarle las partes peligrosas para el roce del cuerpo y luego proceden a embarrarla de cebo de ganado.
Entre todos ubican la vara, ya lista en un hueco que quede bien firme para posteriormente iniciar la competencia y ver quién logra llevarse el premio que está ubicado en la punta de la vara y consiste de dinero en efectivo, juguetes y de acuerdo al lugar y personas que participen, una botella de licor.
PREMIO ES UN RETO
El premio bien amarrado en la cima de la vara es motivo para que gran cantidad de niños y adultos prueben sus destrezas e intenten treparla, sin embargo, el cebo ocasiona que se resbalen y lleguen hasta el suelo una y otra vez.
La mayoría de las veces los competidores tienen que agruparse en especies de equipos para tratar de escalar uno encima de otro y llegar hasta obtener el premio que reparten entre todos.
Los competidores buscan e inventan maneras de llegar hasta la cima, para lo cual utilizan tierra que llevan en sus bolsillos para tirarle a la vara para que no resbale tanto, mientras que otros consiguen hilos para amarrar al palo y que sirva de escalera para llegar primero.
Cuando alguno de los participantes está a punto de llegar al final de la vara y ha logrado zafarse del resto, es apoyado por los gritos de los que están abajo que le indican que no se canse y que suba hasta coger la bolsa con los premios, pero entra la noche y el cansancio a veces puede más que las ganas de saber qué hay dentro de la bolsa.