Hoy es uno de esos días futboleros en el que no sabemos si vamos a reír o a llorar. El duelo de nuestra selección ante Guatemala puede servir para aliviar en algo las heridas o para profundizarlas.
Ante Costa Rica pagamos el precio de la falta de gol y la endeble marca en defensa y hoy esos errores no pueden volver a ocurrir.
Stempel ha vuelto a poner su confianza en Anthony Torres, para custodiar el sector defensivo. Si hay un jugador que suda y muere por la camiseta ese es Torres; eso no se le puede negar, pero ante Costa Rica lo noté lento, incapaz de frenar a jugadores habilidosos como Josimar Arias y Andy Furtado. Recordemos, a veces, la edad pesa.
Ojalá que esta decisión de Stempel de echarlo hoy a la candela no nos cueste, porque en la selección chapina hay jugadores con mucha dinámica y velocidad.
Machado, Solanilla, Rivera y Gun era mi defensa "ideal" para hoy, pero, bueno, cada quien tiene sus propias ideas.
Por estos lares, el cuerpo técnico y los jugadores de Panamá tratan de transmitir cierta sensación de paz, de tranquilidad, para el encuentro de esta noche; aunque sabemos que la presión está allí, latente. En cotejos de esta clase, donde está el orgullo en juego, la presión sobre los futbolistas es casi asfixiante, más cuando se viene de un golpe tan doloroso como lo fue la inesperada eliminación mundialista ante El Salvador.
Las excusas están descartadas. Nadie podrá alegar que hicieron falta Blas, Garcés, Tejada y compañía, porque Guatemala tampoco convocó a sus "figuras".
A algunos jugadores de la selección nacional, creo que les llegó su hora para demostrar que merecen vestir la camiseta y así demostrarles a sus críticos que ellos sí pueden cumplir determinados papeles dentro del onceno istmeño.
Presionar, jugar cuando se tiene que jugar y no desperdiciar las oportunidades de gol son elementos básicos para alcanzar la victoria. En resumen, esta noche Panamá debe ser un equipo efectivo.
Ahora, a rezar porque todo nos salga bien.