La vocación del comunicador católico consiste en ofrecer respuestas a la búsqueda de Dios, que se hace particularmente evidente en la soledad de muchas personas. Estoy convencido de que en el corazón humano se da un profundo anhelo de Dios, algo que yo llamaría 'nostalgia de Dios.
Este sentimiento se puede experimentar de una manera más inmediata cuando la persona tiene que afrontar la realidad de su soledad. En los momentos de soledad la persona no puede evitar la consideración de las cuestiones últimas sobre la vida y la muerte y el sentido de su propia existencia personal. Quizá es por este motivo que muchas personas tratan de evitar esos momentos de soledad y sienten la tentación de perderse a sí mismos en el mundo de la comunicación constante y de la perpetua ocupación.
Si no prestamos atención a esta dimensión de la existencia humana, si nos hacemos los sordos al eco de la cuestión que revela un deseo de encontrar un destino que dé sentido a la vida humana, nunca podremos establecer una relación verdaderamente humana. La comunicación, en particular para los comunicadores cristianos, exige una apertura a este anhelo básico.
Hoy afrontamos desafíos sin precedentes, así como maravillosas posibilidades, a causa del rápido desarrollo de la innovación tecnológica que está revolucionando a la comunicación en sus diferentes formas. Los cambios culturales que han ocasionado estos desarrollos exigen una profunda reflexión y un pensamiento innovador de manera que podamos llegar mejor a los demás y comunicar mejor la Buena Nueva a toda la humanidad, ya sean católicos practicantes o no creyentes, ya sea que Viva, Crítica en Línean en contextos religiosos o fuertemente secularizados.
Nuestro mensaje es siempre el mismo: Jesús de Nazaret tiene que estar siempre en el corazón de nuestro anuncio. Ahora bien, la manera en que le presentamos en un mundo en continua evolución, la manera en que comunicamos su mensaje exige ser continuamente replanteada y adaptada al momento y al contexto.
Tomado del mensaje ofrecido en la Convención de los Comunicadores Católicos de Estados Unidos y Canadá - Mayo 2008