Los vecinos de Irak desean la estabilidad política en ese país tras las elecciones del 30 de enero pero, salvo Irán, están preocupados por las consecuencias de una probable victoria de los chiítas.
Después de pedir reiteradamente el aplazamiento de las elecciones iraquíes, Kuwait, Arabia Saudita, Jordania y Siria, se resignaron a que se celebraran a corto plazo.