El sol trajo calor y un gran embarque de turistas que se alistan a disfrutar de nuestros paisajes, pero hace falta un detalle: cultura de servicio.
Si alguien dijo alguna vez que hay que apostar por el turismo, no se equivocó. Esta industria sin chimeneas, por sí sola, es capaz de dar una plaza de trabajo a cada panameño que esté desempleado, siempre y cuando se trabaje bajo una planificación o un plan de trabajo acorde a la realidad estructural del mercado.
Panamá despierta interés, pero tenemos que acelerar el proceso para tener más hoteles y dar hospedaje a estas personas que pisan suelo istmeño casi todos los años.
Hace poco aterrizaron 21 avionetas repleta de jubilados al aeropuerto Marcos A. Gelabert. Ellos tenían en su agenda una lista llena. Querían conocer Boquete, Bocas del Toro e Isla Grande, pero además muchos vinieron con algo de dinero para comprar e instalarse para terminar su retiro, tal como lo han hecho cientos de personas en Valle Escondido, en el distrito de Boquete.
Las condiciones casi están dadas para que los turistas sigan llegando, pero el Instituto Panameño de Turismo debe acelerar la turbina para que más panameños se capaciten en atención turística. La cultura de servicio debe ser una norma para la atención de nacionales y extranjeros. Tal vez de esta forma, logremos sobrepasar la anhelada meta de más de un millón de visitantes.
Las estadísticas del 2005 hablan muy bien. Sólo entre enero y mayo de se año pisaron suelo panameño más de 476 mil 269 visitantes. Esto nos dice que el turismo es una joya que debemos explotar, pero con dinamismo y mucha entrega.