Los altos índices de infectación del mosquito Aedes aegity registrados el año pasado, sumados al aumento en los casos de la enfermedad en las ciudades de Panamá, San Miguelito, La Chorrera y Arraiján, ameritan una acción urgente entre el Ministerio de Salud y la Comunidad, con apoyo de los demás estamentos de la sociedad.
Si no se toman decisiones enérgicas frente al flagelo que cada año va en aumento, este podría degenerar en una pandemia sin control y de consecuencias irreparables.
Los cerca de 3 mil y tantos casos registrados en la región metropolitana y los sectores Este y Oeste, son apenas la punta de un "iceberg" que podría multiplicarse el año venidero con la próxima estación lluviosa, de no implementarse controles y campañas para combatir los criaderos del mortal transmisor de la enfermedad.
En el área Oeste, donde la población ha aumentado vertiginosamente, la carencia de un plan de recolección y disposición de los desechos sólidos y aguas residuales, actúan como facilitadores en la propagación del mosquito.
A esto se agrega una comunidad insensible frente al peligro que acecha a todos los asociados por igual, al depositar la basura en calles, avenidas, esquinas, canales pluviales, alcantarillas, parques y cuanta estructura pública haya dispersa por la ciudad.
Los mecanismos legales que permitan a los inspectores de salud ingresar para inspeccionar viviendas y estructuras abandonadas o en funcionamiento, llámense talleres, industrias, construcciones, lotes baldíos y otros, requieren de una adecuación a la situación actual por lo que, a todas luces, es un asunto de emergencia nacional.
Mejor prevenir que lamentar.