La música no discrimina, une. El 6to. Panama Jazz Festival lo demostró. Ayer fue la clausura, en la histórica Plaza Catedral, en el Casco Antiguo, donde desde el mediodía fue llegando público, tanto personas que habían estado en las versiones anteriores como las que por vez primera gozan del espectáculo musical que congrega anualmente a grandes maestros de este género musical que gana adeptos y padrinos.
Antes del concierto, grupos de músicos, voluntarios de la Fundación Danilo Pérez organizadora del Festival y fanáticos del Jazz dialogaban ya sea de pie, sentados en las bancas de la plaza, o recostados a los doce árboles que cuando arreció el calor eran buscados como los oásis en el desierto.
Había puestos de ventas de comida, artesanías, souvenirs, refrescos, agua.. y oficiales de la Policía Nacional se aseguraban de que todo marchara en orden.
Para el goce de todos bien pronto iniciaron las presentaciones que eran aplaudidas por el público que progresivamente fue aumentando.
Madres con bebés en brazos o cochecitos, personas de edad avanzada o discapacitados con muletas y en sillas de rueda también dijeron presente.
Músicos de la Berklee School of Music (entre ellos el becario panameño Jahaziel Arrocha) del New England Conservatory, del Conservatorio de Puerto Rico fueron presentándose para el deleite de grandes y chicos.
La gente se acomodaba como podía. Abanicos de cartón y botellas de agua eran distribuidos por empresas patrocinadoras.
También voluntarios de la Fundación repartían volantes que invitaban a ver las obras que más de 40 artistas habían pintado en Plaza Bolívar en "Pinta Panamá" ante los golosos ojos de los amantes del arte pictórico, para subastarlos en la tarde y recaudar fondos para los programs de la ONG en pro de la cultura; para plantar más semillas en este vergel donde se cosechan talentos.
A medida que se acercaba la noche se hacía más difícil caminar por la Plaza. Turistas y locales, gente de toda condición social, raza, credo, cultura e ideología política, con un denominador común, la pasión por el Jazz, disfrutaba de la fresca brisa veraniega, mientras degustaba comida típica, un helado, un raspado o sencillamente un sorbo de agua fresca del Chagres.
DETALLES
En el claro firmamento donde las nubes jugaban a dibujar y desdibujar formas, gaviotas revoloteaban y en distintos puntos de la Plaza los bustos de ilustres panameños eran testigos mudos del gran poder de convocatoria del Jazz.