Todo tiene su final, nadie es eterno. Son frases que deben asimilar los políticos para no aferrarse a posiciones transitorias.
Hoy cuando los arnulfistas se reúnan en la ciudad de Penonomé, la dirigencia debe asimilar la necesidad de abrir espacio para que los nuevos cuadros, caras frescas asuman el control del partido del caudillo Arnulfo Arias.
Pretender perpetuarse en el poder sólo contribuye a mantener al principal bastión de la oposición paralizado y sin un papel protagónico en los quehaceres políticos.
Hoy debe haber desprendimiento. El radicalismo de parte y parte, debe abrir paso a las posiciones de renovación y facilitar luego la unidad del colectivo.
Todas las facciones deben contar con su cuota de representatividad en la dirigencia de todo partido democrático, donde se debe permitir y aceptar la disidencia.
Los momentos de crisis a veces son buenos, porque facilitan los cambios, que pueden permitir la transformación de toda organización.
Frente a ello se empinan los verdaderos dirigentes. Hay quienes hablan de repliegue temporal. Cualquiera que sea la definición, en el arnulfismo hay una necesidad de reestructuración, de lo contrario el partido corre el riesgo de desaparecer.
Una vez lograda la reestructuración se impone tratar de modernizar a un colectivo, que se ha quedado atrás con las nuevas reglas que rigen a los partidos modernos. La necesidad de primarias, la escogencia de la dirigencia con la mayor participación posible de las bases y la capacitación permanente de los militantes, forman parte de las tareas que se debe imponer el nuevo Partido Arnulfista. La nueva dirigencia que surja hoy debe tener eso presente.