Parte I. Vamos a mencionar algunos de los errores más comunes en el matrimonio:
Primer error: Confundir el amor con el sexo. El sexo es un medio de expresar amor, del que se sirve la pareja; pero no es el único medio. Ayuda a la complementación, a la identificación y está dirigido a la procreación. Es sólo una parte del amor. El amor supera al sexo. El amor es entrega, donación, identificación, compartir ideales y metas: es perdonarse y comprenderse. El amor es mucho más que el sexo. Se piensa que el sexo es la única manera de expresar el amor y no es cierto. El sexo es parte del matrimonio. Dentro de él es santo, fuera del matrimonio es pecado. Si la pareja tiene problemas en este aspecto, debe consultar a un médico, a un psicólogo, a un consejero matrimonial o a un sacerdote. Nunca se debe pensar que si hay problemas en el sexo, ya se acabó el amor.
Segundo error: Querer hacer a la otra persona a la medida de uno. Somos seres irrepetibles, únicos y nadie puede hacer al otro a su propia medida. Se empobrece y se atropella la dignidad del cónyuge cuando se quiere que éste, piense, actúe y haga todo lo que él hace.
En el matrimonio la complementación es una de las grandes riquezas e implica diversidad. Gracias a que somos diferentes, la pareja puede complementarse. Hay que respetar el desarrollo integral en su cónyuge. Cada uno debe descubrir que el otro es diferente y que tiene valores y cualidades increíbles. Pero cuando se quiere hacer al otro igual en todo, se pierde la riqueza de esa identificación.
Tercer error: No saber perdonar. Para perdonar hay que amar mucho, hay que comprender mucho, hay que saber que la otra persona no es un Dios, es un simple ser humano, que puede cometer fallos.
Existen personas casadas que se guardan resentimiento durante 10, 15, 20 años y cuando están discutiendo, sacan a relucir aquello que sucedió hace tiempo. Esto es muy triste, pues no se han perdonado.
Si no perdonamos, definitivamente, es que no amamos en plenitud. Lógicamente para perdonar hay que estar muy cerca de Dios. Con el amor de Dios, usted puede hacerlo; sin el amor de Dios es imposible.