El sacerdote Gilberto Hernández tuvo que ser rescatado ayer por antimotines de la Policía de una turba de católicos de Atalaya, que se expresaban molestos, porque este ingresó a oficiar una misa de bautismo en la Basílica Menor San Miguel Arcángel.
La seguridad se redobló y hasta un contingente tuvo que sacar al párroco y trasladarlo en un vehículo de los antimotines para protegerlo. Los feligreses advirtieron que no quieren al sacerdote hasta que aparezca la imagen original del Cristo Jesús Nazareno, que está siendo restaurada.
El obispo Oscar Mario Brown prometió que el próximo viernes la imagen será devuelta a la Basílica.
Los atalayeros se mantienen en vigilia durante todos estos días y noches en la iglesia para evitar que las autoridades eclesiásticas entren al templo.