La accidentada geografía de la barriada 9 de enero, en San Miguelito, fue el escenario perfecto para que los sicarios depositaran el cadáver de un hombre de generales desconocidas.
En medio de un sembradío de plátanos, el cuerpo de un hombre de tez morena, de aproximadamente 20 a 25 años, yacía tirado en una pendiente. En la madrugada se escucharon varias detonaciones.
La víctima vestía un jeans, suéter manga larga a rayas azul con gris, zapatillas negras y una gorra chocolate. El cadáver presentaba un orificio de proyectil en la espalda que le salió por el costado.