Para la comunidad cristiana, el hecho de que Las crónicas de Narnia hayan llegado tan fuerte a la gran pantalla es una bendición, pues C.S.
Lewis escribió estos relatos como una interesante fuente de interpretaciones sobre la presencia de Dios y la lucha entre el bien y el mal. Afortunadamente, su desempeño en las taquillas del mundo ha sido más que satisfactorio y la dirección de Andrew Adamson (Shrek) permite disfrutar de una aventura infantil de millos, soda, gritos y sanas emociones. Esa es la parte buena. Lo malo es haber leído los libros y compararlos con el filme para luego darse cuenta de que al menos Peter Jackson sí plasmó el espíritu de los mundos y personajes de J.R. Tolkein o que Mike Newell y Alfonso Cuarón pudieron captar algún nivel de profundidad en las historias de J.K. Rowlings y su archifamoso Harry Potter, en su tercer y cuarto libro.